Y resulta que el muy cabr..estaba de guarda en aquel refugio el dÃa de autos. Digo lo de cabr... como mal menor, es un buen amigo y el cariñoso saludo, si por casualidad lee esto, estoy seguro que sabrá perdonarme. La verdad es que desde el 80 que no le veo. Lástima, me gustaba como amigo y compañero. A lo que vamos, resulta que unos cuatro o cinco años atrás desde esa vez que lo saludé siendo el guardián del refu, si el de Ull de Ter, estuvimos escalando en Montserrat, zona de Gorros, eramos tres( el otro compi apenas lo conocÃa, era amigo de mi amigo) y la última tirada de la vÃa me tocaba de último( que bien no?) y empezó una tormenta de mil demonios. Resumiendo, que mi menda tuvo que subir por la roca toda mojada. Menos mal que iba el tercero, osea al final de la cola y si resbalaba, pues eso, nada. No resbalé. Una vez arriba habÃa que rapelar enseguida porque los relámpagos, rayos, truenos y....los podÃas oler cada vez más cerca. Madre mÃa ¡¡¡¡que rápel!!!!!!!. Una sivina fina y medio desconchada es lo que tenÃamos allá arriba para iniciar el descenso. Sin darme cuenta ya sólo quedábamos dos arriba. Uno de los tres habÃa desaparecido. Echó las cuerdas y ahà os quedáis. El otro(no recuerdo quien de los dos bajó primero), me pidió que aguantara la sivina mientras él bajaba por si se rompÃa. Yo mirando los relámpagos, oyendo los truenos, aguantando la lluvia y la sivina. A la cola de los tres para bajar. ¿Y quién me aguantaba a mi ese descalabroso sistema de rapel cuando me tocara bajar?. Mientras, yo imaginaba que el rapel cedÃa(la sivina) y me arrastraba hacia el fondo junto con la cuerda y el otro compañero que descendÃa, quizás soltara las manos y dejaba que cayera solo el amigo y yo me salvaba, o quizás todo iba a salir bien y si no me alcanzaba un rayo antes de mi turno podrÃa bajar sin ningún peligro. Asà fue, bajé y me reunà con los otros dos compañeros.
Ese rápel duró muchos años, aguantó infinidad de descensos. Mucho tiempo después yo mismo lo cambié junto con otro compañero por unas cadenas con anillas, y lo volvà a sustituir años después por mejores anclajes. Incluso lo instalé algo más abajo para que las cuerdas llegaran al pie de vÃa. Antes quedaban cortas con dos de cuarenta, como pasaba en la Momia, que después del rápel debÃas hacer una travesÃa por la pared hasta alcanzar la base, pero llevándote un cabo de cuerda para poder tirar y recuperarlas. Años más tarde también fue sustituido por otro, algo más abajo y más seguro.
Siempre recordaré ese dÃa y la satisfacción de que no pasó nada.
LukyLuk-2009